Con las solicitudes de la iglesia cumplidas, se suponía que las cosas volverían a la normalidad. Pero Elias ha estado actuando de forma extraña desde la última petición: desapareció la primera mañana después de que Chise pasara la noche en su habitación. Ni las amables palabras de Angélica ni las puras palabras de Ruth son suficientes para tranquilizar a Chise.